Los
hermanos mendocinos Raúl y Alejandro Olmos, que operan un grupo de medios
provenientes de cajas sindicales, se lanzaron de lleno a destruir la
organización gremial en los diarios Crónica y Buenos Aires Económico (BAE). Los
orígenes de una red de negocios que van desde la UOM hasta Pedro Blaquier, el
dueño del ingenio Ledesma procesado por la desaparición de trabajadores durante
la dictadura. Crónica del conflicto actual y del antecedente de 2005, con
aprietes y matones a sueldo como denominador común.
Alejandro y Raúl Olmos |
Raúl
se inició, hace 15 años, como hombre de negocios de la Unión Obrera Metalúgica
(UOM) y entabló vínculos con Antonio Caló cuando éste era secretario de Acción
Social del gremio. La llave del negocio fue la creación del fideicomiso de la
UOM que sirvió para afrontar el concurso de acreedores. Se convirtió en un
hombre imprescindible para Lorenzo Miguel, a quien llegó a conocer
personalmente cuando su firma Donington SA se convirtió en administradora
fiduciaria y eje de la triangulación del dinero proveniente de los afiliados.
Tenía sede en Alsina 440, donde aún funciona BASA, su principal prestadora de
salud. Había puesto las oficinas en la UOM pero se mudó enfrente cuando estalló
el escándalo por la mafia de los medicamentos.
Desde
que llegó al mundo de los medios no dejó de crecer. En 2005, su ingreso en el
diario Crónica fue traumático. Lo compró por un millón de dólares pero
rápidamente decidió “acomodar los números” –el eufemismo para echar
trabajadores– y para lograrlo recurrió a un grupo de patovicas. Los muchachos
de Raúl se encargaron de romper asambleas a golpes y no dudaron en balear el
edificio cuando los trabajadores lo habían tomado para defender sus puestos de
trabajo.
Después
de Crónica, los hermanos Olmos avanzaron con la incorporación de otros medios.
Sumaron Crónica TV, El Atlántico de Mar del Plata, el semanario Democracia y la
web Diario Show. También tienen una participación en Underground, la productora
de Sebastián Ortega. Sin embargo, la incorporación de medios no hizo más que
multiplicar las marcas para conformar el “Grupo Olmos” que formalmente llamaron
“Grupo Crónica”.
En
los últimos tiempos se dedicaron a “ajustar” sistemáticamente sus costos, pero
esta vez no fue a las piñas ni a los tiros. Utilizaron una mecánica más sutil
que fue hostigar con una guerra de baja intensidad. En el caso de BAE dejaron
que la redacción se desangrara y no reemplazaron a los trabajadores que se
fueron a otros medios: en los tres años que el Grupo Olmos compró BAE se fueron
15 periodistas de una redacción que sumaba unos 40.
Otro
de los “nuevos” métodos fue la división de redacciones, como ocurrió con El
Atlántico, que “alquilaron” a un testaferro del dueño de La Capital, Florencio
Aldrey Iglesias. La otra parte de esa redacción integró la web Crónica de la
Costa.
En
esa decisión de crecer y reducir costos, los hermanos Olmos le alquilaron los
nueve pisos del emblemático edificio de Garay a la Administración Nacional de
la Aviación Civil (ANAC). Sólo conserva el piso 10 para él, que lo remodeló a
nuevo y tiene vista hacia San Telmo y al Río de La Plata. Y mandó a los
trabajadores de Crónica a un edificio en Bartolomé Mitre al 700, que dirige su
hermano Alejandro.
Pedro Blaquier |
La
política que se dio para crecer y estrechar vínculos en el mundo empresario
tiene otras aristas. Durante el 2012 hizo todo lo posible para ingresar en la
Unión Industrial Argentina (UIA). El lobby no tuvo desperdicio y no dudó en
operar a favor de Pedro Blaquier, dueño del ingenio Ledesma, quien en ese
momento hacía lo imposible para no declarar ante el juez federal que lo
investigaba por delitos de lesa humanidad. A pesar de que estaba en juego la desaparición
de 29 trabajadores, Raúl, aliado estratégico de un sindicato industrial, no
dudó en jugar fuerte allí: usó BAE, Crónica y Democracia para difundir notas
que reproducían, punto por punto, los planteos de los abogados de Blaquier. Una
lectura no muy minuciosa de esas notas, que no se escribieron en la redacción,
muestra la coincidencia con los resúmenes de los abogados del acusado, cuya
causa está a punto de ser elevada a juicio oral.
Pero
esa operación de prensa, que compartió con La Nación (aunque el diario de Mitre
no llegó a ser tan textual) no le sirvió para ingresar a la UIA. Eso quedó
claro sobre el final del 2012. Fue casi al mismo tiempo en que el juez Federal
Fernando Poviña procesó a Blaquier en dos causas por los crímenes cometidos
contra sus trabajadores.
Cómo
funciona la convergencia de patovicas y empresarios para perseguir a los
delegados de Crónica y BAE
RADIOGRAFÍA
DEL ÚLTIMO APRIETE
El
Grupo Crónica, propiedad de los hermanos Raúl y Alejandro Olmos, acaba de
marginar a los delegados de los diarios Crónica y BAE de la mudanza a un nuevo
edificio para allanar el camino hacia una nueva flexibilización. El grueso de
los trabajadores de Crónica y un tercio de BAE se encuentran en una nueva
redacción, mientras que sus legítimos representantes gremiales están varados en
las ahora viejas redacciones de Bartolomé Mitre 760 (Crónica) y Rabanal 1712
(BAE), junto a otros trabajadores, también perseguidos por su participación
gremial. Desde el regreso de la democracia
en 1983 el único registro de un ataque similar contra las libertades de los
trabajadores de prensa sucedió en Clarín. En noviembre de 2000, el diario de
Ernestina Herrera de Noble echó a 117 trabajadores, entre ellos a los
integrantes la Comisión Interna y de la Junta Electora, en medio de palazos,
con la Infantería de la Policía Federal en la puerta y la opinión pública
silenciada.
Los
hechos
Entre
el domingo 16 y el lunes 17 de marzo, los Olmos activaron su estrategia para
sacarse de encima a todos los activistas gremiales. La noche del domingo, los
dueños del diario aprovecharon un corte de luz en el centro porteño para
acelerar la mudanza a un edificio en Combate de los Pozos 639, prometida
durante más de un año y medio. Esa noche se cerró una edición de urgencia en la
nueva sede y a la mañana siguiente comenzaron los aprietes. "O firmás el
nuevo contrato o te quedás trabajando en Mitre", insistían jefes y
editores vía mail, chat o mensaje de texto. Siempre de manera aislada, siempre
a espaldas de los delegados y de la gran mayoría de los trabajadores.
Para
todos era evidente el eufemismo "te quedás trabajando en Mitre" usado
para no decir "si no firmás, te quedás afuera". Aterrorizados ante la
posibilidad de perder el trabajo, la mayoría no dudó en aceptar el traspaso de
Editorial Sarmiento (propietaria de Crónica) a Editorial Aconcagua. Para la
tarde del lunes, en Mitre sólo quedaba un grupo de trabajadores y ningún jefe.
La incertidumbre y el desconcierto se apoderaron de los trabajadores. Luego de
una asamblea de urgencia, la Comisión Interna acudió a la sede de Combate de
los Pozos para informarse sobre lo que estaba ocurriendo.
Los
atendieron en la vereda. Un patovica les prohibió la entrada porque eran
"empleados de otra empresa". Esa frase sería blanqueada, días más
tarde, por el abogado del Grupo Olmos, Marcelo Carbone, durante la primera
audiencia sobre este conflicto convocada en el Ministerio de Trabajo.
Carbone
-también apoderado de Asociación Federal de Editores de Diarios de la República
Argentina (AFERA) durante las paritarias- dejó en claro que "la empresa va
a aplicar un plan de convergencia, plan con el que no concuerda la comisión
interna y por eso no fue incluida en el nuevo proyecto editorial". Es que
la convergencia no es más que una nueva manera de llamar a la flexibilización
laboral. La idea de la empresa es que un empleado trabaje para cualquier
producto del multimedio. Así las cosas, un redactor de Crónica escribirá para
ese diario y para BAE, hablará por los micrófonos del sector audiovisual de
todo el Grupo Crónica y eventualmente deberá escribir para Crónica Mendoza o
cualquier otro producto de los Olmos.
La
Comisión Interna de Crónica está compuesta por Hernán Zyseskind, Emiliano
Gullo, Nancy Acosta, Jorge Torres Fariña, Cristian Vilardo y Andrea Salmini. En
octubre de 2013 el cuerpo gremial renovó algunos nombres y prolongó una
representación que acumula más de 20 años. Sin embargo, desde que asumieron los
nuevos delegados la dirección del diario sólo los recibió en dos oportunidades,
la última en diciembre.
A
los pocos días de la mudanza, las redacción de Mitre ya estaba casi vacía. De
unos 100 trabajadores, solo quedaban 35, incluidos los delegados. Tres días
después, el jueves 20, siguieron por BAE, ubicado en calle Rabanal 1712, barrio
de Pompeya. La dirección del diario económico copió los pasos de Crónica. Si
bien en el caso de los periodistas de BAE la invitación a firmar el nuevo
contrato no fue acercada bajo amenaza, el peligro esgrimido fue el mismo: el
que no firma, afuera.
El
viernes, ya con todo el activismo gremial del Grupo Crónica excluido del nuevo
edificio, los delegados de ambos diarios coordinaron una asamblea abierta en la
puerta de Combate de los Pozos 639.
Advertidos del movimiento, los dueños de la empresa prepararon una
bienvenida especial. Al menos ocho patovicas y un policía de civil custodiaban
la entrada, mientras filmaban y sacaban fotos a los delegados de distintos
diarios, revistas y radios que se habían concentrado para repudiar el ataque
patronal. La fuerza de choque de los hermanos Olmos está comandada por un
custodio personal de Raúl, Ángel Muñoz, el mismo que dio la orden de romperle
los huesos a los trabajadores de Crónica durante una huelga en noviembre de
2005.
Desde
que comenzó este conflicto, la Comisión Interna de Crónica acudió a tres
audiencias en el Ministerio de Trabajo. Hasta ahora, en ninguna de esas
instancias se logró una medida que pusiera freno a la avanzada patronal. En
tanto, se realizan asambleas diariamente para defender los puestos de trabajo y
la representación gremial de sus compañeros, ahora aislados en la flamante
redacción. Siempre bajo la misma consigna: “Ni un trabajador afuera, todos al
nuevo edifico”.
Los
aprietes y los golpes de 2005
UNA
POSTAL DE LA LLEGADA DE OLMOS A CRÓNICA
¿Cómo
sería llegar a tu trabajo y, además de encontrarte con las personas que ves a
diario, toparte en medio del salón con un grupo de patovicas que te miran feo?
Muchos ni se imaginan en esa situación. Los trabajadores de Crónica tampoco se
lo esperaban, hasta que llegó noviembre del 2005.
Promediaba
el mes y la relación entre la nueva patronal (encabezada por Raúl y Alejandro
Olmos) y los trabajadores era tirante. La quinta edición había cerrado y 75
trabajadores habían sido despedidos. Como medida de fuerza, se habían
desarrollado una cierta cantidad de paros que forzaron al Ministerio de Trabajo
a dictar la conciliación obligatoria. Pero la misma vencía ese día. Hombres
robustos y con cara de pocos amigos se habían instalado en el medio de la
redacción, en un sector cercano a la mesa de la dirección del diario. ¿El
objetivo? Impedir que se lleve a cabo una asamblea general, en la que estaba
claro que se iba a votar un nuevo paro indeterminado.
Patovicas en la puerta de Combate de los Pozos |
Era
la hora señalada para el cónclave multitudinario de los trabajadores. Los
patovicas, quienes se habían mantenido (en su mayoría) distendidos y hasta
charlando con algunos periodistas de modo casi agradable, habían mutado. Eran
iguales a esos que te cruzás en un boliche. Pero no fueron los únicos intrusos
de esa jornada. Mariano Rodríguez, jefe de seguridad, apareció en escena junto
con una empleada. Pidió que no se realice la asamblea, pero los trabajadores
estaban decididos. La asamblea general iba a tener lugar ahí, en el quinto piso
del edificio de Garay y Azopardo, como era costumbre desde hacía años.
Y
ocurrió lo que muchos intuían, con temor. Al dar comienzo la asamblea, los
patovicas (alrededor de 15) comenzaron a amenazar e insultar para que los
delegados no puedan llevar a cabo el cometido de todos. Se gestaron discusiones
que fueron subiendo de tono, hubo invitaciones a pelear por parte de los
intrusos y, de un momento para otro, la redacción se había convertido en
un campo de batalla.
Volaban
piñas, patadas, teléfonos, computadoras… Los patovicas no hacían distinción. Le
pegaban a todo lo que se movía. Personas mayores y mujeres no dejaban de ser un
blanco. La golpiza salvaje duró varios minutos, aunque para quienes la
presenciaron parecieron horas. Sólo uno o dos patovicas permanecieron calmados,
casi humanos. Y hasta detuvieron agresiones sin sentido, como la que sufrió el
actual Jefe de Redacción, Ricardo Fioravanti. Tras su intento por detener a una
de estas bestias, que le propinaba golpes sin parar a un compañero que estaba
en el suelo, recibió una o dos trompadas que le rompieron el tabique y lo
mandaron al hospital.
En
otro sector, hacia el fondo de la redacción, un delegado se llevó la peor
parte. Inteligente, fotografió a los agresores en plena acción y luego entregó
la cámara al Secretario Gremial de la UTPBA, quien permanecía atónito y parecía
portar un cartelito que decía “intocable”. ¿El costo de su valentía? Varios
patovicas lo arrinconaron y molieron a palos. Estuvo internado unos días. Nunca
más volvió a Crónica.
De
la nada, irrumpió un policía en el lugar. Pero las agresiones se
sucedieron. Después del caos, la asamblea se hizo, como se pudo. Reinaba la incertidumbre
y había miedo, pero había que hacerse fuerte. Se votó el paro, y se tomó la
redacción para “aguantar” ahí las embestidas de la patronal.
Abajo,
en la puerta, otro grupo de trabajadores aguardaba novedades. Eran menos, pero
estaban firmes y fueron testigos de un nuevo ataque. Esta vez, la víctima no
fue trabajadora de Crónica sino la notera del programa que Rolando Graña
conducía en América. Cuando se acercó a la puerta para preguntar por el
conflicto, le “respondieron” tirándole gas pimienta en la cara. Las cámaras de
TV filmaron todo.
El
paro duró tres días. A la segunda jornada, una gran movilización arribó a las
puertas del viejo edificio de Crónica, hoy alquilado al ANAC. Cientos de
compañeros y colegas se trasladaron en solidaridad y apoyo.
La
medida concluyó con la reincorporación de los despedidos. Pero un cáncer se
mantuvo latente en Crónica: la patota de los Olmos nunca abandonó el diario.
Actualmente cumplen tareas de todo tipo. Hacen las veces de ordenanzas y
recepcionistas, aunque siempre preparados para imponerse de nuevo, siempre por
la fuerza.
Alejandro y Raúl Olmos, a paso firme en la senda de Magnetto & Fontevecchia |
manga de HDP!!! los conozco bien... soy una victima mas de estos engendros...
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