14 de noviembre de 2013

Luciano Arruga, en la revista de cultura villera La Garganta Poderosa

A cuatro años y nueve meses de su desaparición, Luciano Arruga grita en la tapa de La Garganta para ver, si de una buena vez, lo escuchan. Su hermana Vanesa Orieta, en medio de una vigilia en el ex Destacamento de Lomas del Mirador donde hay pruebas concretas que fue torturado la última noche que se lo vio con vida, recordó cómo desde los primeros días de búsqueda, el silencio se apoderó de la escena: “Tuvimos que interrumpir un programa de televisión para visibilizar el caso. A partir de eso y de un informe que hizo CQC, escrachando a todos los medios que omitían lo que estaba pasando, el nombre de Luciano tomó cierta repercusión y, obligado por la situación, el Gobernador de la Provincia, Daniel Scioli, anunció públicamente que nos iba a atender".

Lo que pasó después, lo escribimos textual, porque no lo van a creer.

- ¿Ustedes vienen por el caso "Arriaga"?, dijo la secretaria.
- No, Arruga.
- Ah, bueno, pero el Gobernador no tiene tiempo en su agenda y no los podrá atender.

Y jamás los atendió. “Uno tiene que exigir que el Estado esté presente, sin que eso implique chuparle las medias a nadie, ni sacarnos fotos con el poder de turno. Para mí, la lucha está con mis pares, porque entiendo que la organización hay que hacerla desde abajo, presionando a las diferentes instancias, para que de una vez por todas empiecen a darnos respuestas”.

 Respecto a la responsabilidad en darles respuestas, Vanesa confesó:
“De los sectores políticos, yo no espero nada. No se puede hablar solamente de los Derechos Humanos violados durante la dictadura, ni decir que todo está resuelto para hacer un corso en la ex Esma y festejar la década ganada. ¿Qué ganamos, loco? Yo sigo viendo a mi barrio igual que hace diez años. Y entonces siento que necesitamos impulsar dentro de esta sociedad una memoria activa, dinámica, que te recuerde todos los días a los 30 mil compañeros desaparecidos, pero también a los 3800 muertos por gatillo fácil y a los 200 pibes desaparecidos en democracia, además de recordarte a las mujeres desaparecidas por las redes de trata, sin olvidar que a nuestros pueblos originarios los siguen sacando a balazos de sus tierras. Eso también tiene que ver con los Derechos Humanos, ¡la concha de la lora! Pero te cuentan una parte, mientras te sacan un montón de partecitas…”.

 Al preguntarle qué hubiera sucedido si Luciano no era pobre, citó un paralelismo: “Como respuesta, voy a comparar dos casos de violencia institucional. Uno, el de Mariano Ferreyra, que nos conmovió como sociedad. Mariano era de clase media, un chico que estudiaba, que militaba. Todos los medios de comunicación tomaron el caso y los sectores vinculados al oficialismo fuertemente acompañaron el pedido de justicia, con organizaciones de todo tipo de color. El otro, Luciano, un pibe que viene de un sector humilde, morocho, con gorrita, llantas y pantalones de gimnasia. Desapareció en un contexto de mucho odio de parte de algún sector social, precisamente con los jóvenes humildes y con el prototipo de "pibe chorro". Y ahí, las respuestas de los medios en los sectores políticos o sociales, de diferentes índoles, no tomaron nuestra causa como tomaron la de Mariano. Entonces, hay que pensar qué nos pasa a nosotros como sociedad. Por qué nos conmovió el caso Ferreyra, pero no nos conmueve el caso Arruga”.

Acerca de dónde saca las fuerzas para continuar este arduo camino por la aparición de su hermano y la búsqueda de justicia, Vanesa expresó: “Con mi hermano teníamos una relación de mucho amor. Tanto, que tenía tatuado en una de sus piernas: ‘Vane te amo’. Yo lo iba a buscar a las comisarías, cuando se lo llevaban por averiguación de antecedentes, aunque él era cien por ciento honrado, honesto y solidario. Hacía cosas que jamás le vi hacer a nadie, como llevarse comida de la heladera para la casa de sus amigos que no tenían para morfar... A la gente que actúa con esos códigos, no puedo menos que defenderla, y en este caso además me une la sangre. A eso, agregale que lo amo con locura y que nos tocó pasar un montón de cosas difíciles juntos. Entonces, quiero irme de este mundo sabiendo que, por él, hice todo, hasta lo imposible. Y mientras tanto, todas las noches, antes de irnos a dormir, le digo: ‘Negro, hasta el final’”.

La Garganta es una cooperativa de trabajo de La Poderosa (www.lapoderosa.org.ar), una fuerza social de militantes anónimos y voluntarios, complementaria a las propuestas partidarias populares, que se construye desde las villas, buscando transformar la realidad a través de laorganización y la unión vecinal con asambleas barriales, trabajo colectivo, actividades de educación popular y generación de cooperativas de trabajo, para actuar sobre las problemáticas de los barrios y caminar hacia una sociedad justa e igualitaria.

La tapa de Luciano Arruga se publica en el trigésimo tercer número de La Garganta Poderosa que ya está en las calles, y que llega a todos los kioscos del país. Además, podés escuchar el grito de La Garganta en twitter @gargantapodero y también en Facebook: “LaGarganta Poderosa”.

La edición de noviembre además contiene en sus páginas una profunda charla con el futbolista de Vélez Federico Insúa, quien critica fuertemente la decisión de la AFA de prohibir la entrada a las canchas del público visitante: “Deberían atacar el problema donde realmente está, porque identificar a las barras es más sencillo de lo que muchos piensan. Pero mientras tanto, el fútbol debería seguir siendo tal como fue siempre, porque nada justifica que saquen de las canchas a los hinchas inocentes”; además, un íntimo encuentro con el actor Alejandro Awada, cuñado de Mauricio Macri: “Macri no es mi cuñado. Está casado con una hermana mía. Es una persona que vive, piensa y trabaja al servicio de una Argentina para pocos, en la idea de trabajar para los grupos concentrados de poder, como si fuéramos una colonia”; una entrevista con la directora de la revista Barcelona Ingrid Beck, que se refirió al juicio que le está haciendo a la publicación la defensora de los militares genocidas, Cecilia Pando: “Con absoluta convicción haríamos de nuevo la contratapa en discordia. El tema de fondo es un tema claramente político: ella defiende a los genocidas y nosotros atacamos a los que los defienden. No hay mucha más vuelta”; y una conversación con el juez de menores y poeta Julián Axat: “Debe haber un antes y un después de la muerte de Kevin, en Zavaleta, porque su asesinato nos obliga a reflexionar sobre la militarización discrecional de los asentamientos”.

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