Nos encontramos en la calle, custodiados por el
Obelisco, para convertir el Día del Periodista, el 7J, en una jornada
inolvidable. Compañeras y compañeros comenzaron a llegar desde todas las
redacciones hasta Carlos Pellegrini al 400, sede de la Asociación de Editores
de Diarios de Buenos Aires (AEBDA), con banderas, con bombos, con cantos y,
sobre todo, con alegría. Era mediodía, un sol inmenso, y entonces contamos 300,
después 400, al rato 500, y en un momento fuimos 1000, y más de 1000, y 1500,
hasta que la avenida más ancha del mundo –eso dicen– se hizo angosta con la
unidad de los trabajadores de prensa.
Damos esta pelea por nuestros salarios y contra la
precarización, como dice la canción que se transformó en el hit de la lucha por
las paritarias de prensa. Tenemos nuestros reclamos bien arriba: 35% de aumento
sobre los salarios reales, 7 mil pesos de básico, 1.000 pesos por colaboración,
1.500 pesos por guardería. Pero vamos a decirle a los dueños de los medios que
nuestras reivindicaciones van mucho más allá. Vamos a organizarnos, sin miedo,
en cada lugar de trabajo. Vamos a enfrentarlos cada vez que haga falta. Vamos a
hacerles cumplir los estatutos y convenios letra por letra. Y vamos a pelear
para garantizar la libertad de expresión, una muletilla que ellos sólo utilizan
para sus intereses mezquinos pero que ningún trabajador puede ejercer si no
llega a fin de mes. También para eso nos pusimos de pie.
Somos los que hacemos los diarios, las puntocom,
las agencias, y las revistas. No nos sorprendió que fuéramos tantos, sabemos
del compromiso que hay en cada redacción: los trabajadores de prensa no aceptan
sus chantajes ni sus provocaciones. Ahí tuvieron la respuesta a sus maniobras:
un paro general histórico, el primero después de 27 años, y la 9 de Julio
cortada con 1500 trabajadores de prensa pisando el asfalto. Ya pueden titular
como tanto les gusta semejante noticia: “Caos de tránsito por protesta de
trabajadores de prensa”.
Esa 9 de Julio fue toda nuestra, de los laburantes.
Cada bandera fue pintada en una redacción, cada pancarta impresa desde las
bases, cada petardo y cada megáfono costeado con una vaquita por acá o una rifa
por allá, el camión y los parlantes gracias a la solidaridad del gremio
telefónico, los volantes y aerosoles aportados por las agrupaciones. Todo a
pulmón, desde las redacciones.
Cuando los delegados paritarios terminaron sus
discursos, las columnas encararon por avenida Corrientes. Teníamos un destino:
La Nación, el diario de los Saguier y los Mitre, que junto a Clarín controla la
cámara AEDBA. Marchamos por Corrientes y era mirar hacia atrás para ver cómo la
ola se transformaba en un tsunami. Venían Clarín y La Nación con sus pasos
gigantes en esta lucha gremial; Página/12 y su hermosa bandera; Tiempo
Argentino y sus artistas del sténcil; Crónica y Perfil, con toda su historia de
lucha atrás; Atlántida-Televisa y su incipiente pero firme organización
(pancartas con pedidos concretos como “Gente… que quiere cobrar las horas
extras” o “Para Ti Mamá: 1500 pesos por guardería); Veintitrés, Publiexpress y
el grupo de revistas de La Nación (“Club La Nación 2x1: dos trabajadores, un
sueldo”) estaban ahí poniéndole la tapa a los patrones; avanzaban BAE, Ámbito
Financiero y El Cronista, los económicos sin firmas; Comunidad Virtual con el
orgullo de su paciente organización; Télam, DyN, y NA llegaban pero no con despachos
sino con compañeros; igual que las agencias internacionales ANSA, EFE, y AP,
que se plegó a un paro por primera vez en Sudamérica. Venían las puntocom,
cansadas de la precarización pero no de la lucha: Infonews, Minuto Uno,
Infobae. Y avisamos: “hola, qué tal Hadad, cómo te va, si tocan a los pibes qué
quilombo se va a armar”.
En Corrientes sentimos la solidaridad y el apoyo
cuando cayeron papelitos desde los edificios. Luego supimos que eran compañeros
de Infojus. Con ese empuje doblamos por Bouchard. Pasamos por la puerta del
Luna Park y cuando llegamos a La Nación, mientras saludábamos a Saguier, fuimos
cruzando la puerta giratoria; de a poco, por goteo, con las banderas, con los
bombos y con nuestros cantos, copamos el hall del edificio. Hay una
explicación: como la semana anterior nos habíamos quedado en la calle esta vez
quisimos que nos escucharan bien cerquita: así tal vez entiendan qué pedimos.
Compañeros llorando, compañeras abrazándose, a puro grito, el gremio de prensa
visitaba las entrañas de la tribuna de doctrina. Fue un gran momento, uno
de los más emotivos del día.
Pero teníamos más fuerzas. Así que marchamos hacia
Editorial Atlántida. Por la cintura de La Rábida, detrás de Casa Rosada, la
columna se mostró inmensa. ¿Cuántos éramos? ¿1500? ¿O muchos más? Porque, en
realidad, sabemos que somos muchos más. En Atlántida gritamos por los
compañeros desaparecidos en dictadura y por los asesinados en democracia. Nos
emocionamos con la lucha de los trabajadores de la editorial, con su
organización, con todo lo que consiguieron hasta acá.
Seguimos hasta La Prensa, por Azopardo, y recordamos
que en ese edificio no hay libertad sindical. El final de nuestro recorrido
–el de ayer, porque tenemos más– era Ámbito Financiero, patronal que forma
parte de la Asociación Federal de Editores de la República Argentina. Porque si
existe AEDBA también existe AFERA, la otra cámara, la oficialista. En algo
están muy de acuerdo: quieren que nuestros salarios viajen en subte y sus
ganancias, en avión.
Ahí, en la esquina de Paseo Colón y San Juan, en el
estacionamiento del diario fundado por Julio Ramos, viejo enemigo de la
organización gremial, los trabajadores de prensa nos juramos que nunca vamos a
aflojar. Algunos se fueron a las redacciones, otros a sus casas. Pero nadie
podía sacarse de encima la emoción de haber sido protagonistas de una jornada
para la historia; la certeza de saber que algo cambió –y para siempre– en
nuestro gremio. Que acá estamos de pie y que sentimos orgullo de nuestros
compañeros. Que podemos mirarnos a la cara y saber que estamos dispuestos a
luchar codo a codo. En la calle y en las redacciones. Sin perder la alegría
jamás. Y que ahora queremos brindar por el mejor regalo que los trabajadores de
prensa podíamos recibir el Día del Periodista. Un regalo que sólo nosotros
podíamos darnos: la pelea por nuestra dignidad.
Por eso, en un respiro de la lucha, llenándonos los
pulmones de aire, desde el Colectivo de Trabajadores de Prensa le queremos
decir tres cosas a cada compañero y a cada compañera. Sólo tres cosas: gracias,
gracias, gracias. Y a seguir luchando.
Fotos: Cristian Delicia, Leandro Teysseire, Adrián Escandar, Carlos Brigo y Rafael Calviño.
simplemente me alegra, me alegra muchísimo, que hayan celebrado su día luchando con esta fuerza. los felicito y que haya más!
ResponderEliminarUstedes caen en la misma vulgaridad que todos los piqueteros de cualquier ideologia: cortar calles y molestar al ciudadano comun.
ResponderEliminarPorque no van a molestar al ministro de trabajo, a la presidenta, a las empresas donde trabajan y a aquellos que tienen culpa en la falta de paritarias de su sector???
Los ciudadanos comunes tenemos que aguantar muchas penurias de parte de los gobernantes, encima gente como Uds. nos cortan calles y nos provocan mas penurias. Esta no es la forma. El molestar a los demas se ha convertido en una condicion sine qua non para el argentino media masa. Empecemos a respetarnos entre nosotros a ver si le damos el ejemplo a los gobernantes.