Carlos De Andrés siempre fue Carlitos de Archivo. El diminutivo del nombre era proporcionalmente opuesto al enorme cariño que le teníamos todos sus compañeros de trabajo. Peronista visceral, siempre estaba del lado de las luchas obreras, de los sentimientos populares. Era un soldado raso, el más noble de todos, en cada asamblea, en cada manifestación por las paritarias de prensa, en todo lugar donde hiciera falta poner el hombro.
De generoso nomás, siempre ponía los dos. Como se dijo alguna vez de su amado Aníbal Troilo, Carlitos era un porteño “baqueano del alma”. Su vestuario, sencillo y formal, envolvía una personalidad siempre explosiva, pero a la vez risueña, amable hasta en la discusión más encarnizada.
Carlitos, infaltable en las marchas con su silbato. (Foto: Facebook Comisión Interna Página/12) |
Su muerte repentina, fulminante, nos ahoga en el dolor, pero lo vamos a recordar como él se merece: dirigiendo a su equipo, desde el arco, en los partidos que jugábamos en la canchita de Peperí, en Parque Patricios, allá por los comienzos de Página. O cuando ya había colgado los botines y seguía aturdiendo a sus dirigidos, como DT, desde el banco. De todos modos, Carlitos va a seguir jugando como titular indiscutido en el recuerdo de todos nosotros. Hoy, a las 11, en la capilla del cementerio de la Chacarita, le damos el adiós y el hasta siempre.
Nota: (*) publicado en Página/12, el 29 de abril de 2014.
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