16 de septiembre de 2013

Taxi por aquí, voto por allá

Por Carlos Rodríguez (*)

    En las elecciones de la UTPBA 2010 fui fiscal general de nuestra lista de unidad. Me tocó ir a mi viejo barrio de Laferrere. El primer lugar en el que estuve fue la FM Esperanza, que depende del Obispado de San Justo. Está cerca de una comisaría que fue centro clandestino de detención durante la dictadura. La calle de la taquería –y de la radio—antes se llamaba General Rojo, en homenaje a Anselmo Rojo, que anduvo asesinando pobladores originarios junto con Julio Argentino Roca. Ahora, la calle se llama López May, para recordar a un cura langa que sin quitarse la sotana perseguía alumnas del colegio Cristo Rey.

    La radio está en un primer piso. Allí el padrón era integrado por nueve personas.  Durante la jornada estuve en compañía del presidente de mesa, un hombre mayor que al principio me miraba con desconfianza, y un empleado de la UTPBA que, como cualquier mortal, tenía dos manos y dos orejas, además de las piernas y todo lo demás. Digo esto porque el tipo manejaba, al mismo tiempo, tres celulares comunicados en simultáneo. Hacía magia con las dos manos. El show duró las cuatro o cinco horas que estuvimos en la radio. El flaco hacia milagros, bajo la influencia del Obispado y de López May.

     Sobre un sillón, tenía desplegadas unas planillas con los nombres de cientos de afiliados en condiciones de votar. Las listas correspondían a una zona muy amplia, que se extendía desde Moreno a Florencio Varela, pasando por Laferrere, Catán, Ramos Mejía, Morón, Isidro Casanova, Virrey del Pino, Francisco Álvarez y siguen los nombres. Según constaté después de la elección, cuando pudimos acceder al padrón, eran cerca de 30 lugares de votación y más de 400 votantes los que tuvo ante sus ojos y bajo su responsabilidad, el chico de las manos mágicas. Por algo Rucucu Olmedo decía aquello de “las manos son más rápidas que la vista”.

    El discurso era simple, en cada una de las llamadas: “Esperá en tal esquina o en la puerta de tu casa, que ya te mandamos un taxi”. Al segundo le daba la dirección al conductor de alguno de los autos que tenía disponibles. Otros tacheros  pasaban por la radio y se llevaban una lista con direcciones y nombres. Un fenómeno de rapidez y efectividad. Con el correr de las horas, con el presidente de mesa, admirados por la tremenda actuación, comenzamos a hacernos gestos y algunas sonrisas. El hombre, ya entregado, aprovechó una salida a la vereda del Empleado del Año para confesar: “Yo trabajé con Herminio (se refería a Herminio Iglesias), pero éstos son peores que nosotros”. ¿Cuánto nos costarán, a los afiliados del gremio, estas elecciones 2013? Qué bueno si parte de la guita gastada en taxis y celulares se hubiera invertido en unos afiches agitando las paritarias.


(*) Carlos Rodríguez, afiliado 1165 de la UTPBA, es delegado de Página/12 y miembro del Colectivo de Trabajadores de Prensa (CTP)

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