3 de octubre de 2012

El sueño de un sindicato en manos de trabajadores


ENCUENTRO DEL CTP: “EXPERIENCIAS DE ORGANIZACIÓN SINDICAL EN LOS LUGARES DE TRABAJO”

¿Para qué serviría recuperar el sindicato y ponerlo en manos de trabajadores de prensa? ¿Cuáles son los costos de no contar con un gremio activo? ¿Cómo son las experiencias de organización en Crónica, PáginaI12, BAE, La Nación, Clarín y cómo lo fue en Crítica? ¿Hasta dónde es posible enfrentar la precarización laboral cuando la propia conducción de la Utpba no la asume como problema? ¿Qué dirían sobre la ley de medios los trabajadores de Clarín si tuvieran voz propia? ¿Alcanza la libertad de empresa para garantizar la libertad de prensa? ¿Por qué la Utpba no hace nada por afiliar y ni siquiera por retener a sus afiliados? Algunos interrogantes tuvieron respuestas claras, otros quedaron planteados. Unos y otros formaron parte del encuentro “Experiencias de organización sindical en los lugares de trabajo”, organizado por el Colectivo de Trabajadores de Prensa en Argra el sábado 29 de septiembre. La actividad, la primera del ciclo “Recuperemos la Utpba para los trabajadores de prensa”, contó con la participación de más de cincuenta delegados y activistas del gremio, y sirvió para lanzar oficialmente la campaña de afiliaciones a la Utpba, que el próximo año renovará autoridades.


  Alejandro Wall, delegado de Tiempo Argentino, presentó el encuentro en nombre del CTP. Destacó la “gran unidad en la lucha” durante el proceso de paritarias y, esa misma semana, la alta adhesión al quite de firmas y los “aplausazos” impulsados por trabajadores de Clarín para que AGEA cumpla con lo acordado por la cámara que conduce, AEDBA. “La idea de recuperar la Utpba tiene que ver con pensar al sindicato como una herramienta. Un martillo golpea según quien lo tenga en la mano, es importante que esté en manos de los trabajadores”, explicó. Recordó que muchos trabajadores se desafiliaron por el rol de la Utpba ante conflictos específicos, otros no se afilian por su rechazo a la conducción, postura que consideró “un error”, o porque nunca hubo un plan de afiliaciones y mucho menos presencia en los lugares de trabajo.
  Martina Noailles y Alejandro Bercovich, ex delegados de Crítica, hablaron sobre la importancia que tuvo contar con una Comisión Interna durante el proceso que culminó con el cierre del diario. “¿Cómo hacerle esto a Lanata?”, recordó Noailles que se preguntaban en 2008, cuando el actual columnista de Clarín los convocaba a reinventar el periodismo. Había pocos afiliados pero eligieron a sus delegados, que tuvieron un primero año tranquilo. En 2009 renovaron parte de la Interna y los primeros síntomas del vaciamiento la pusieron a prueba. “Ahí comenzamos a entender que el sindicato no estaba: ni para imprimir un volante ni para aportar un quilo de yerba”, recordó. “Un legislador se acercó a una movilización al Ministerio de Trabajo y nos preguntó ¿cuál es el abogado de ustedes? Y no teníamos, nadie nos asesoraba”, contó. “No hay que esperar a que esto pase. Las patronales suelen terminar violando derechos, echando compañeros. La organización es importante desde el principio, eso nos enseñó Crítica, aprendimos de golpe”, admitió, y valoró el acompañamiento de trabajadores de otros diarios. “La articulación debe estar siempre, somos laburantes, no amigos de los directores. Hay que afilar la conciencia que tenemos ahí abajo”, concluyó. “La afiliación en Crítica era baja pero la organización fue clave”, destacó Bercovich. “Primero para lograr la efectivización de los fotógrafos, después para negociar aumentos salariales, pero sobre todo para la lucha contra el cierre, más tarde por la recuperación de puestos de trabajo y para la reinserción en otras empresas de los treinta que nos quedamos hasta el final”, repasó el actual redactor del diario BAE.
  “Con la campaña #AFILIATEPRENSA apuntamos a multiplicar la cantidad de afiliados para terminar con un gremio burocratizado y alejado de los trabajadores”, explicó Bercovich, delegado paritario suplente en BAE, y recordó que en el último plenario de la rama diarios se votó iniciar una campaña y se le solicitó al representante de la Utpba que no se obstaculicen los trámites. “Necesitamos afiliados por muchas razones, no sólo para hacer oír nuestra voz y reemplazar a los tipos que se atornillaron a las sillas de dirección y hace veinte años que no laburan en una redacción. Es imprescindible para que haya coordinación entre los medios, organización desde abajo, comisiones internas con mandatos rotativos, revocables y que funciones con mandatos de asambleas”, enumeró. “Admito que da bronca dejar 200 pesos para un sindicato que hoy no da ni un canje para un lavadero, pero si queremos transformarlo tenemos que afiliarnos y dar la pelea”, propuso.
  Andrea Salmini, delegada del diario Crónica desde hace diez años, explicó que “es uno de los diarios menos profesionalizados (hasta hace cinco años no se firmaban las notas) pero tiene una larga tradición de lucha y tuvo representantes de los trabajadores incluso en dictadura”. Como eje que atravesó la última década mencionó “la ausencia del sindicato como unificador de reclamos y organizador de luchas, la precarización laboral, la persecución sindical para flexibilizar y destruir el convenio colectivo y, de parte de los laburantes, la necesidad de organizarnos desde abajo”. Recordó que ante un intento de vaciamiento hace seis años los trabajadores lograron impedir que 75 compañeros quedaran en la calle y que ese proceso “se vivió en el más absoluto aislamiento, porque el sindicato no existía”. Salmini contrastó esa ausencia con “la solidaridad y la organización en cada redacción que se da en los últimos años” y se preguntó por “lo que podríamos hacer si tuviéramos un sindicato”.  Más allá de la paritaria y de la organización en Clarín, “la ley de servicios de comunicación audiovisual nos interpela a tener voz propia: ni las patronales ni el Estado deben hablar por nosotros”, dijo. “La ley implica la posibilidad de multiplicar las voces, implica más trabajo, más democracia, y la libertad de empresa no garantiza más libertad de expresión, por eso necesitamos tener voz propia, organización en los lugares de trabajo, y un sindicato”, destacó. “Cuando termina una pelea empieza otra, no hay día que no necesitemos estar organizados. Entonces, con la experiencia de la paritaria y de la organización de los compañeros de Clarín, tenemos que ir con todo a la conquista del sindicato. Hoy llamamos a afiliar pero la pelea es para tener voz propia”, concluyó Salmini.
  Tato Dondero, delegado de PáginaI12, recordó que el diario tuvo comisiones internas desde el mes posterior a su nacimiento, hace 25 años, y que “por la heterogeneidad política e ideológica las asambleas son largas y complicadas”. Como principal “remezón” de ese cuarto de siglo, contó que “un centenar de trabajadores quedaron afuera en el conflicto de 1995, entre despidos y retiros”, y destacó que “pese a que no había correlación de fuerzas hicimos un mes de paro, dos festivales en la puerta del diario, y la unidad se mantuvo”. Pasada la década del ’90 “levantamos cabeza, normalizamos la situación interna, logramos el blanqueo de compañeros”, repasó, y aclaró que en PáginaI12 “siempre actuamos con independencia del sindicato, al que sólo recurrimos ante conflictos graves”. Dondero explicó que las dificultades para sumar afiliados surgen de que “los jóvenes no ven respuestas del sindicato, sumado a que se perdió la cultura gremial y al descuento del dos por ciento” de cuota sindical, pero consideró que “la campaña de afiliación es absolutamente necesaria”. Como mayor desafío del gremio, el delegado señaló “la precarización, el abuso de la figura del colaborador” y remarcó que más allá de los blanqueos como colaboradores permanentes y la “cláusula de enganche” que existe en PáginaI12 para que cobren aumentos proporcionales al personal de planta “nos encontramos con un techo si no logramos un cambio general en todas las empresas”.
  Carlos Liascovich, delegado paritario de Clarín, resumió el reciente proceso de organización. “Clarín es como una federación de redacciones que incluye a Olé, Muy, La Razón, los zonales, suplementos, revistas y las punto.com, todo disperso en un gran edificio, con diferentes horarios, cierres, experiencias, sueldos y grados de precarización”, contó. Hasta 2010 “todo eran acciones individuales en medio de un desierto”, recordó, y destacó “algo llamativo: los acercamientos a FOPEA, una vía profesionalista ante la falta de una salida gremial”. “Era un ventana por donde respirar --graficó-- aunque por supuesto la cuestión empresa-trabajadores no estaba”. La movilización ante el cierre de Crítica en 2010 generó que varios trabajadores de Clarín comenzaran a verse las caras en un conflicto gremial, explicó, y recordó en aquel contexto un diálogo que fue también un llamado de atención. “¿Le parece bien o mal que no haya comisión interna en Clarín?”, le preguntó el animador Jorge Rial al jefe de redacción, Ricardo Kirschbaum, quien se tomó varios segundos para pensar pero no encontró ningún argumento razonable y admitió que le parecía bien que hubiera delegados. “Ahí dijimos, medio en broma medio en serio: si lo admite Kirschbaum… Y armamos una especie de primer encuentro y tímidamente llamamos a la primera reunión en Argra”, recordó Liascovich. A medida que comenzaban a pensar en elegir delegados se preguntaban “¿qué hace falta para qué no nos rajen?” y “entonces apareció la palabra mágica: Utpba, que era mala palabra para los trabajadores de Clarín desde que en 2000 impidió la construcción de una Comisión Interna democrática, ya que hasta entonces había delegados elegidos a dedo por la empresa”.
2011 terminó con “un bajón generalizado” ante la impotencia de constatar que la conducción de la Utpba seguía en las mismas manos, sensación que comenzó a revertirse “cuando aparecieron los delegados de los diarios” y “se fueron construyendo relaciones personales, muy importantes en momentos de aislamiento y soledad”, apuntó. El avance del proceso paritario y la incipiente adhesión a las medidas votadas por las asambleas, como quites de firmas o “aplauzasos”, dejaron en claro tanto el malestar como la voluntad de organizarse en Clarín. Comenzaron entonces las reuniones que derivarían en la asamblea de Argra y en la elección de tres delegados paritarios, de los cuales sólo uno estaba afiliado. “Ahí nos subimos como furgón de cola a los compañeros paritarios”, recordó Liascovich. Días después suscribieron el acuerdo con la cámara que conducen Clarín y La Nación, que AGEA sin embargo se resiste a cumplir.
  El 5 de septiembre, por medio de AEDBA, Clarín envió su primera y antológica respuesta al Ministerio de Trabajo para intentar justificar su incumplimiento. Tras informar que otorga un aumento anual desde hace más de una década, la empresa de la viuda de Noble & Magnetto que casualmente hace más de una década, en 2000, echó a 120 trabajadores, incluida la última Comisión Interna, afirmó que esos pagos decididos de forma unilateral y arbitraria constituyen una práctica “aceptada pacíficamente” por los “dependientes” (sic), en un “pacto tácito” que “ha sido respetado por ambas partes”. “Más allá de la indignación que producen esas palabras, las tomamos como una oportunidad de construir más organización”, explicó Liascovich, quien respaldó la necesidad de impulsar una campaña de afiliaciones sin perder de vista la dificultad de encarar esa tarea en Clarín.

#AfiliatePrensa vs precarización
El encuentro del CTP fue más allá de los panelistas e incluyó intervenciones sobre distintas experiencias de organización y respuestas de las empresas. Ariel Solito, delegado del grupo de revistas de La Nación, explicó que la vida gremial en ese sector tiene apenas dos años y que surgió a partir del malestar por los bajos salarios y el incumplimiento de las seis horas de trabajo que fija el Estatuto del Periodista Profesional. “La gran masa de colaboradores que quedan afuera (de los acuerdos) son nuestra principal falencia”, admitió, y calculó una relación de 100 trabajadores estables contra 500 o 600 precarizados en las revistas de la familia Saguier. Irene Haimovichi, delegada de La Nación e integrante de La Gremial, recordó que los intentos de organización “tienen una larga historia, que en todo caso estamos retomando”, y apostó “a que el sindicato deje de ser un sello”.
Gustavo Bruzos, miembro del CTP y actual delegado de ESPN, se presentó como “uno de los mariscales de la derrota de 2000” en Clarín, donde integró la última Comisión Interna, y reivindicó “la historia de lucha del gremio”. Definió a la actual conducción de la Utpba como “una patrulla extraviada en estado de descomposición final”, justificó su desafiliación por la existencia de “una dirección traidora a su condición de clase” y coincidió en la necesidad de afiliarse masivamente “para recuperar el sindicato”.
Hubo también intervenciones sobre la experiencia de afiliación y los reclamos de encuadramiento en prensa en Comunidad Virtual (la razón social de Sergio Szpolsky para relegar al sindicato de comercio a gran parte de los trabajadores del Grupo XXIII), sobre la experiencia de fortalecimiento e inclusión de mujeres trabajadoras en la Asociación de Prensa de Tucumán, sobre el trabajo de afiliaciones en Terra, en Infonews, y sobre el proceso de organización del colectivo de precarizados de PáginaI12, donde 21 colaboradores respaldados por la asamblea pidieron en 2012 su recategorización como permanentes, y observan expectantes si la Utpba cumple la promesa expresada por su secretario gremial ad hoc de organizar un encuentro de precarizados e iniciar una campaña de denuncia. Dondero, delegado de PáginaI12, destacó ante ese punto la necesidad de “hacerle entender al Ministerio de Trabajo que los colaboradores son trabajadores de prensa y en un número desmesurado”, para que el Estado se comprometa en la búsqueda de una solución. Bercovich recordó que el informe sobre precarización elaborado por el CTP fue entregado en mano el ministro de trabajo, Carlos Tomada, y que en el último plenario de la rama diarios se decidió por amplio consenso que el problema de los mal llamados colaboradores debe ser el eje de la continuidad de la paritaria.
“Necesitamos tener una voz independiente para no ser soldaditos de las patronales en peleas ajenas”, resumió Bercovich, quien repudió la represalia de BAE tras la adhesión al quite de firmas impulsado desde Clarín: en la edición del día siguiente, los hermanos Olmos borraron de un plumazo todas las firmas de los periodistas. “Las patronales se insultan desde las tapas pero se unen para tomar represalias cuando nos solidarizamos entre trabajadores”, explicó el periodista de BAE y miembro del CTP.
La Uptba no hace ningún esfuerzo por tener afiliados. No hay campañas, no fueron a Crítica, cajonearon los pedidos cuando intentamos afiliar, y tampoco buscan a los trabajadores cuando las empresas dejan de hacer retenciones. Por eso somos nosotros los que tenemos que impulsar las afiliaciones”, explicó Noailles, quien recordó que falta un año para las elecciones en la Uptba pero hay que afiliarse antes de febrero para poder votar. “Afiliarnos es también un modo de organizarnos para enfrentar situaciones de censura”, destacó en el cierre Alejandro Wall. “En la discusión sobre la ley de medios falta por ejemplo la voz de los trabajadores de Clarín, no la de Kirschbaum sino la de los trabajadores”, resaltó, y agradeció en nombre del CTP a los participantes del encuentro.

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