ENCUENTRO
DEL CTP: “EXPERIENCIAS DE ORGANIZACIÓN SINDICAL EN LOS LUGARES DE TRABAJO”
¿Para qué serviría recuperar el sindicato y ponerlo en manos
de trabajadores de prensa? ¿Cuáles son los costos de no contar con un gremio
activo? ¿Cómo son las experiencias de organización en Crónica, PáginaI12, BAE,
La Nación, Clarín y cómo lo fue en Crítica? ¿Hasta dónde es posible enfrentar
la precarización laboral cuando la propia conducción de la Utpba no la asume
como problema? ¿Qué dirían sobre la ley de medios los trabajadores de Clarín si
tuvieran voz propia? ¿Alcanza la libertad de empresa para garantizar la
libertad de prensa? ¿Por qué la Utpba no hace nada por afiliar y ni siquiera por
retener a sus afiliados? Algunos interrogantes tuvieron respuestas claras,
otros quedaron planteados. Unos y otros formaron parte del encuentro
“Experiencias de organización sindical en los lugares de trabajo”, organizado
por el Colectivo de Trabajadores de Prensa en Argra el sábado 29 de septiembre.
La actividad, la primera del ciclo “Recuperemos la Utpba para los trabajadores
de prensa”, contó con la participación de más de cincuenta delegados y
activistas del gremio, y sirvió para lanzar oficialmente la campaña de
afiliaciones a la Utpba, que el próximo año renovará autoridades.
Alejandro Wall, delegado de Tiempo Argentino,
presentó el encuentro en nombre del CTP. Destacó la “gran unidad en la
lucha” durante el proceso de paritarias y, esa misma semana, la alta adhesión
al quite de firmas y los “aplausazos” impulsados por trabajadores de Clarín
para que AGEA cumpla con lo acordado por la cámara que conduce, AEDBA. “La idea
de recuperar la Utpba tiene que ver con pensar al sindicato como una
herramienta. Un martillo golpea según quien lo tenga en la mano, es importante
que esté en manos de los trabajadores”, explicó. Recordó que muchos
trabajadores se desafiliaron por el rol de la Utpba ante conflictos específicos,
otros no se afilian por su rechazo a la conducción, postura que consideró “un
error”, o porque nunca hubo un plan de afiliaciones y mucho menos presencia en
los lugares de trabajo.
Martina Noailles y Alejandro Bercovich, ex delegados de Crítica, hablaron
sobre la importancia que tuvo contar con una Comisión Interna durante el
proceso que culminó con el cierre del diario. “¿Cómo hacerle esto a Lanata?”,
recordó Noailles que se preguntaban en 2008, cuando el actual columnista de
Clarín los convocaba a reinventar el periodismo. Había pocos afiliados pero
eligieron a sus delegados, que tuvieron un primero año tranquilo. En 2009
renovaron parte de la Interna y los primeros síntomas del vaciamiento la
pusieron a prueba. “Ahí comenzamos a entender que el sindicato no estaba: ni
para imprimir un volante ni para aportar un quilo de yerba”, recordó. “Un
legislador se acercó a una movilización al Ministerio de Trabajo y nos preguntó
¿cuál es el abogado de ustedes? Y no teníamos, nadie nos asesoraba”, contó. “No
hay que esperar a que esto pase. Las patronales suelen terminar violando
derechos, echando compañeros. La organización es importante desde el principio,
eso nos enseñó Crítica, aprendimos de golpe”, admitió, y valoró el
acompañamiento de trabajadores de otros diarios. “La articulación debe estar
siempre, somos laburantes, no amigos de los directores. Hay que afilar la
conciencia que tenemos ahí abajo”, concluyó. “La afiliación en Crítica era baja
pero la organización fue clave”, destacó Bercovich. “Primero para lograr la
efectivización de los fotógrafos, después para negociar aumentos salariales,
pero sobre todo para la lucha contra el cierre, más tarde por la recuperación
de puestos de trabajo y para la reinserción en otras empresas de los treinta
que nos quedamos hasta el final”, repasó el actual redactor del diario BAE.
“Con la campaña #AFILIATEPRENSA apuntamos a
multiplicar la cantidad de afiliados para terminar con un gremio burocratizado
y alejado de los trabajadores”, explicó Bercovich, delegado paritario
suplente en BAE, y recordó que en el último plenario de la rama diarios se votó
iniciar una campaña y se le solicitó al representante de la Utpba que no se
obstaculicen los trámites. “Necesitamos afiliados por muchas razones, no sólo
para hacer oír nuestra voz y reemplazar a los tipos que se atornillaron a las
sillas de dirección y hace veinte años que no laburan en una redacción. Es
imprescindible para que haya coordinación entre los medios, organización desde
abajo, comisiones internas con mandatos rotativos, revocables y que funciones
con mandatos de asambleas”, enumeró. “Admito que da bronca dejar 200 pesos para
un sindicato que hoy no da ni un canje para un lavadero, pero si queremos
transformarlo tenemos que afiliarnos y dar la pelea”, propuso.
Andrea Salmini, delegada del diario Crónica desde hace diez años, explicó
que “es uno de los diarios menos profesionalizados (hasta hace cinco años no se
firmaban las notas) pero tiene una larga tradición de lucha y tuvo
representantes de los trabajadores incluso en dictadura”. Como eje que atravesó
la última década mencionó “la ausencia del sindicato como unificador de
reclamos y organizador de luchas, la precarización laboral, la persecución
sindical para flexibilizar y destruir el convenio colectivo y, de parte de los
laburantes, la necesidad de organizarnos desde abajo”. Recordó que ante un
intento de vaciamiento hace seis años los trabajadores lograron impedir que 75
compañeros quedaran en la calle y que ese proceso “se vivió en el más absoluto
aislamiento, porque el sindicato no existía”. Salmini contrastó esa ausencia con
“la solidaridad y la organización en cada redacción que se da en los últimos
años” y se preguntó por “lo que podríamos hacer si tuviéramos un
sindicato”. Más allá de la paritaria y
de la organización en Clarín, “la ley de
servicios de comunicación audiovisual nos interpela a tener voz propia: ni las
patronales ni el Estado deben hablar por nosotros”, dijo. “La ley implica
la posibilidad de multiplicar las voces, implica más trabajo, más democracia, y
la libertad de empresa no garantiza más libertad de expresión, por eso
necesitamos tener voz propia, organización en los lugares de trabajo, y un
sindicato”, destacó. “Cuando termina una pelea empieza otra, no hay día que no
necesitemos estar organizados. Entonces, con la experiencia de la paritaria y
de la organización de los compañeros de Clarín, tenemos que ir con todo a la
conquista del sindicato. Hoy llamamos a afiliar pero la pelea es para tener voz
propia”, concluyó Salmini.
Tato Dondero, delegado de PáginaI12,
recordó que el diario tuvo comisiones internas desde el mes posterior a su
nacimiento, hace 25 años, y que “por la heterogeneidad política e ideológica las
asambleas son largas y complicadas”. Como principal “remezón” de ese cuarto de
siglo, contó que “un centenar de trabajadores quedaron afuera en el conflicto
de 1995, entre despidos y retiros”, y destacó que “pese a que no había
correlación de fuerzas hicimos un mes de paro, dos festivales en la puerta del
diario, y la unidad se mantuvo”. Pasada la década del ’90 “levantamos cabeza,
normalizamos la situación interna, logramos el blanqueo de compañeros”, repasó,
y aclaró que en PáginaI12 “siempre actuamos con independencia del sindicato, al
que sólo recurrimos ante conflictos graves”. Dondero explicó que las
dificultades para sumar afiliados surgen de que “los jóvenes no ven respuestas
del sindicato, sumado a que se perdió la cultura gremial y al descuento del dos
por ciento” de cuota sindical, pero consideró que “la campaña de afiliación es
absolutamente necesaria”. Como mayor desafío
del gremio, el delegado señaló “la precarización, el abuso de la figura del
colaborador” y remarcó que más allá de los blanqueos como colaboradores
permanentes y la “cláusula de enganche” que existe en PáginaI12 para que cobren
aumentos proporcionales al personal de planta “nos encontramos con un techo si
no logramos un cambio general en todas las empresas”.
Carlos Liascovich, delegado paritario de
Clarín, resumió el reciente proceso de organización. “Clarín es como una
federación de redacciones que incluye a Olé, Muy, La Razón, los zonales,
suplementos, revistas y las punto.com, todo disperso en un gran edificio, con
diferentes horarios, cierres, experiencias, sueldos y grados de precarización”,
contó. Hasta 2010 “todo eran acciones individuales en medio de un desierto”,
recordó, y destacó “algo llamativo: los acercamientos a FOPEA, una vía
profesionalista ante la falta de una salida gremial”. “Era un ventana por donde
respirar --graficó-- aunque por supuesto la cuestión empresa-trabajadores no
estaba”. La movilización ante el cierre de Crítica en 2010 generó que varios
trabajadores de Clarín comenzaran a verse las caras en un conflicto gremial,
explicó, y recordó en aquel contexto un diálogo que fue también un llamado de
atención. “¿Le parece bien o mal que no haya comisión interna en Clarín?”, le
preguntó el animador Jorge Rial al jefe de redacción, Ricardo Kirschbaum, quien
se tomó varios segundos para pensar pero no encontró ningún argumento razonable
y admitió que le parecía bien que hubiera delegados. “Ahí dijimos, medio en
broma medio en serio: si lo admite Kirschbaum… Y armamos una especie de primer
encuentro y tímidamente llamamos a la primera reunión en Argra”, recordó
Liascovich. A medida que comenzaban a pensar en elegir delegados se preguntaban
“¿qué hace falta para qué no nos rajen?” y “entonces apareció la palabra
mágica: Utpba, que era mala palabra para los trabajadores de Clarín desde que
en 2000 impidió la construcción de una Comisión Interna democrática, ya que
hasta entonces había delegados elegidos a dedo por la empresa”.
2011 terminó con “un bajón generalizado” ante la impotencia
de constatar que la conducción de la Utpba seguía en las mismas manos,
sensación que comenzó a revertirse “cuando aparecieron los delegados de los
diarios” y “se fueron construyendo relaciones personales, muy importantes en
momentos de aislamiento y soledad”, apuntó. El avance del proceso paritario y
la incipiente adhesión a las medidas votadas por las asambleas, como quites de
firmas o “aplauzasos”, dejaron en claro tanto el malestar como la voluntad de
organizarse en Clarín. Comenzaron entonces las reuniones que derivarían en la
asamblea de Argra y en la elección de tres delegados paritarios, de los cuales
sólo uno estaba afiliado. “Ahí nos subimos como furgón de cola a los compañeros
paritarios”, recordó Liascovich. Días después suscribieron el acuerdo con la
cámara que conducen Clarín y La Nación, que AGEA sin embargo se resiste a
cumplir.
El 5 de septiembre,
por medio de AEDBA, Clarín envió su primera y antológica respuesta al
Ministerio de Trabajo para intentar justificar su incumplimiento. Tras informar
que otorga un aumento anual desde hace más de una década, la empresa de la
viuda de Noble & Magnetto que casualmente hace más de una década, en 2000,
echó a 120 trabajadores, incluida la última Comisión Interna, afirmó que esos
pagos decididos de forma unilateral y arbitraria constituyen una práctica
“aceptada pacíficamente” por los “dependientes” (sic), en un “pacto tácito” que
“ha sido respetado por ambas partes”. “Más allá de la indignación que producen
esas palabras, las tomamos como una oportunidad de construir más organización”,
explicó Liascovich, quien respaldó la necesidad de impulsar una campaña de
afiliaciones sin perder de vista la dificultad de encarar esa tarea en Clarín.
#AfiliatePrensa vs
precarización
El encuentro del CTP fue más allá de los panelistas e
incluyó intervenciones sobre distintas experiencias de organización y
respuestas de las empresas. Ariel Solito, delegado del grupo de revistas de La
Nación, explicó que la vida gremial en ese sector tiene apenas dos años y que
surgió a partir del malestar por los bajos salarios y el incumplimiento de las
seis horas de trabajo que fija el Estatuto del Periodista Profesional. “La gran
masa de colaboradores que quedan afuera (de los acuerdos) son nuestra principal
falencia”, admitió, y calculó una relación de 100 trabajadores estables contra
500 o 600 precarizados en las revistas de la familia Saguier. Irene Haimovichi,
delegada de La Nación e integrante de La Gremial, recordó que los intentos de
organización “tienen una larga historia, que en todo caso estamos retomando”, y
apostó “a que el sindicato deje de ser un sello”.
Gustavo Bruzos, miembro del CTP y actual delegado de ESPN,
se presentó como “uno de los mariscales de la derrota de 2000” en Clarín, donde
integró la última Comisión Interna, y reivindicó “la historia de lucha del
gremio”. Definió a la actual conducción de la Utpba como “una patrulla
extraviada en estado de descomposición final”, justificó su desafiliación por
la existencia de “una dirección traidora a su condición de clase” y coincidió
en la necesidad de afiliarse masivamente “para recuperar el sindicato”.
Hubo también intervenciones sobre la experiencia de
afiliación y los reclamos de encuadramiento en prensa en Comunidad Virtual (la
razón social de Sergio Szpolsky para relegar al sindicato de comercio a gran
parte de los trabajadores del Grupo XXIII), sobre la experiencia de
fortalecimiento e inclusión de mujeres trabajadoras en la Asociación de Prensa
de Tucumán, sobre el trabajo de afiliaciones en Terra, en Infonews, y sobre el proceso
de organización del colectivo de precarizados de PáginaI12, donde 21 colaboradores
respaldados por la asamblea pidieron en 2012 su recategorización como permanentes,
y observan expectantes si la Utpba cumple la promesa expresada por su
secretario gremial ad hoc de organizar un encuentro de precarizados e iniciar
una campaña de denuncia. Dondero, delegado de PáginaI12, destacó ante ese punto
la necesidad de “hacerle entender al Ministerio de Trabajo que los
colaboradores son trabajadores de prensa y en un número desmesurado”, para que
el Estado se comprometa en la búsqueda de una solución. Bercovich recordó que
el informe sobre precarización elaborado por el CTP fue entregado en mano el
ministro de trabajo, Carlos Tomada, y que en el último plenario de la rama
diarios se decidió por amplio consenso que el problema de los mal llamados
colaboradores debe ser el eje de la continuidad de la paritaria.
“Necesitamos tener
una voz independiente para no ser soldaditos de las patronales en peleas
ajenas”, resumió Bercovich, quien repudió la represalia de BAE tras la
adhesión al quite de firmas impulsado desde Clarín: en la edición del día
siguiente, los hermanos Olmos borraron de un plumazo todas las firmas de los
periodistas. “Las patronales se insultan desde las tapas pero se unen para
tomar represalias cuando nos solidarizamos entre trabajadores”, explicó el
periodista de BAE y miembro del CTP.
“La Uptba no hace
ningún esfuerzo por tener afiliados. No hay campañas, no fueron a Crítica,
cajonearon los pedidos cuando intentamos afiliar, y tampoco buscan a los
trabajadores cuando las empresas dejan de hacer retenciones. Por eso somos
nosotros los que tenemos que impulsar las afiliaciones”, explicó Noailles,
quien recordó que falta un año para las elecciones en la Uptba pero hay que
afiliarse antes de febrero para poder votar. “Afiliarnos es también un modo de organizarnos para enfrentar
situaciones de censura”, destacó en el cierre Alejandro Wall. “En la
discusión sobre la ley de medios falta por ejemplo la voz de los trabajadores
de Clarín, no la de Kirschbaum sino la de los trabajadores”, resaltó, y agradeció
en nombre del CTP a los participantes del encuentro.
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